Millones de estudiantes han sido aceptados en la universidad, pero ¿terminarán sus estudios?
ByRich BueryPara leer la nota entera vaya a Univision.
El Sueño Americano está basado en la idea fundamental de que el lugar donde nace uno no tendría que determinar dónde acaba en la vida. Y conseguir un diploma de la universidad es uno de los mejores caminos para llegar a ese sueño. Mi madre, de origen panameño, no solo me inculcó eso cuando era niño, sino que dedicó toda su vida como profesora a ayudar a miles de estudiantes más. Yo pude asistir a Universidad de Harvard y estudiar leyes en la Universidad de Yale, pero no todos los estudiantes que ingresan a la universidad completan sus estudios. A nivel nacional, solo uno de cada 10 estudiantes de bajos ingresos obtiene un diploma universitario. Para estudiantes latinx, ese número es 21%, por debajo del 37% que es el promedio para todos los estudiantes entre 25 y 29 años de edad.
En KIPP, la red nacional de escuelas chárter más grande del país, donde el 95% de los estudiantes son afroamericanos o latinx y el 89% son de bajos recursos, conocemos muy bien estos obstáculos. Es por eso que hace una década desarrollamos un sistema para ayudar a nuestros estudiantes a graduarse de la universidad. Empezamos por introducir la idea de atender a la universidad desde el jardín de infancia; les ofrecemos un currículo comprensivo y riguroso; les proveemos consejos a nuestros estudiantes sobre cómo escoger la universidad adecuada con costos asequibles y apoyos emocionales y sociales.
Gracias a estas iniciativas hemos progresado. El porcentaje de estudiantes que se gradúa de las escuelas secundarias de KIPP y completan la universidad es de 45%, cuatro veces más alto que el promedio de los estudiantes en Estados Unidos con antecedentes socioeconómicos similares. Pero estos números no son suficiente, témenos que hacer más. Este año tenemos la oportunidad de hacerlo.
A través de la reautorización de la Ley de Educación Superior (HEA), Estados Unidos tiene la oportunidad de hacer cambios significativos, ya que esta ley federal gobierna los programas de educación superior.
En nuestro más reciente reporte pedimos al Congreso que se enfoque en cinco reformas dentro del HEA que ayudarán a crear un camino más fácil para que millones de estudiantes puedan entrar en la universidad y continuar sus carreras.
Con la reautorización de la HEA, tenemos que crear un programa federal de subvenciones que reduzca significativamente la proporción de estudiantes por consejero, incentive la adopción de prácticas de asesoramiento basadas en evidencias y responsabilice a los beneficiarios de los resultados. A nivel nacional, la relación de consejero universitarios a estudiantes es de casi 1 a 500, lo cual significa que los estudiantes se reúnen con su consejero no más de una o dos veces antes de elegir su universidad, una de las decisiones más importantes de la vida. Eso no es suficiente para nadie; en nuestras escuelas el porcentaje de consejeros a estudiantes es de 1 a 100.
Los estudiantes necesitan de alguien que les guie a través del proceso de mandar solicitudes a la universidad y entender con qué se encontrarán en cuanto lleguen al campus, especialmente si son de primera generación y sus padres no saben cómo ayudarles.
Segundo, tenemos que reducir las barreras financieras para obtener un título universitario. Según Education Trust, las familias con ingresos altos y medios destinan del 24% al 27% de su ingreso para pagar los costos universitarios de sus hijos. En comparación, las familias de bajos ingresos destinan el 72% de su sueldo. En una encuesta reciente, el 43% de nuestros alumnos de KIPP dicen que a veces se saltan comidas para poder pagar por sus libros, costos de matrícula y otros gastos en la universidad.
Esto tiene que cambiar. Cualquier programa que intente reducir el costo de la universidad tiene que estar acompañado de programas que ayuden a los estudiantes a pagar sus préstamos escolares, para que las deudas no sigan años después de empezar su carrera, y ofrecer mini becas para pagar los costos de libros, comida y residencia.
Tercero, deberíamos incentivar el gasto en educación superior a través de una sólida asociación entre el gobierno federal y los estados que dé prioridad a los programas de ayuda basados en las necesidades y que creen una garantía de asequibilidad universitaria para los estudiantes de familias de bajos y medianos ingresos. El gobierno también debería ofrecer ayuda financiera a estudiantes indocumentados y aprobar de una vez una reforma de inmigración que incluya una solución permanente para los dreamers/soñadores en este país.
La cuarta recomendación es que deberíamos incrementar la inversión en universidades que históricamente han atendido a estudiantes de color y de minorías. Estas instituciones sirven a casi cinco millones de estudiantes de color en Estados Unidos, un cuarto de todos los estudiantes inscritos en estudios postsecundarios. Estas instituciones se merecen más fondos para que puedan seguir ayudando a los estudiantes a mejorar su posición económica y social.
Y la última recomendación es que tenemos que mejorar la forma en que integramos los consejos sobre distintas carreras y no solo sobre la universidad, empezando en el jardín de infancia. Deberíamos modernizar y amplificar el programa federal de estudio y trabajo para que los estudiantes consigan experiencia conectada con lo que están estudiando en las universidades o con sus intereses de trabajo.
Para que estas recomendaciones funcionen, todas las instituciones involucrados tienen que ser transparentes en el proceso. Los estudiantes tienen que entender cuánto cuesta de veras la universidad, cuánta deuda tendrán cuando se gradúen y que tipos de trabajo consiguen los estudiantes después de los estudios. Estos datos tienes que estar desagregados por ingresos, raza y género. Tener toda esta información ayudará a estudiantes, familias, educadores y políticos a tomar mejores decisiones.
Si priorizamos cómo incrementar las tasas de graduación podremos ayudar a nuestros estudiantes a dar un paso más para conseguir el sueño Americano.